Cómo gestionar la preocupación por la salud física de los hijos

Cómo gestionar la preocupación por la salud física de los hijos

Convertirse en padres nos hace ver la vida de una forma completamente nueva, especialmente en lo que respecta a nuestra propia seguridad (¿si faltamos, ¿quién cuidará de los niños?), y aún más en cuanto a la seguridad de nuestros/as hijos/as. Hemos perdido esta inocencia, y al haber experimentado el milagro de la vida, muchos padres y madres también descubren la existencia de la fragilidad y, en última instancia, la muerte. Esto puede generar una preocupación exacerbada por la salud física de nuestros hijos/as.

Esta preocupación puede manifestarse en varios aspectos: miedo a enfermedades comunes, pero también a enfermedades graves o crónicas; temor a lesiones físicas, accidentes domésticos, o situaciones que percibimos como peligrosas; dudas sobre el desarrollo físico adecuado de nuestros hijos/as; preocupación por una nutrición balanceada o por la exposición a virus y bacterias en entornos públicos.

¿Cómo enfrentamos este miedo que parece estar siempre presente en nuestro día a día como padres? La clave está en centrar nuestra atención en lo que sí podemos controlar. Podemos controlar el entorno que ofrecemos a nuestros hijos/as, el nivel de riesgo que consideramos apropiado según su edad y desarrollo, y las precauciones que tomamos en sus actividades diarias. Cada padre y madre vive el riesgo de manera diferente, según su educación y sus experiencias previas. Por ello, es importante encontrar un equilibrio que proteja sin llegar a la sobreprotección.

A medida que cuidamos la salud física de nuestros hijos/as, también debemos educarles en la importancia de la autonomía y la gestión del riesgo. Es esencial que como padres reconozcamos nuestros propios miedos para evitar proyectarlos sobre ellos. La sobreprotección, a largo plazo, puede impedir que los niños/as desarrollen la capacidad de tomar decisiones informadas y de enfrentar situaciones con confianza. En lugar de tratar de eliminar todos los riesgos, podemos enseñar a nuestros hijos/as a evaluar las situaciones y tomar decisiones conscientes. El miedo es una herramienta natural que les puede ayudar a protegerse, pero solo si lo entienden y lo usan de manera adecuada.

Si el miedo te ha paralizado desde que te convertiste en padre o madre, te invito a hacerte las siguientes preguntas:

  • ¿Cuáles son mis propios miedos relacionados con la salud física?
  • ¿Cómo gestiono mis miedos personales?
  • ¿Qué relación quiero que mi hijo/a tenga con el miedo y el riesgo?

No podemos eliminar el miedo de nuestras vidas ni de las de nuestros hijos/as, pero sí podemos aprender a gestionarlo de forma consciente. Si sientes que te resulta difícil manejar estos temores, un servicio de coaching familiar puede ayudarte a ganar claridad y seguridad en la crianza de tus hijos/as. Solicita tu sesión inicial de coaching para aprender estrategias que fortalezcan tanto tu confianza como la de tus hijos/as frente a los retos cotidianos.