Convertirme en madre fue la experiencia más excepcional que he vivido nunca. Una revolución de una dimensión que había subestimado en mis sueños de maternidad. Tener la idea de lo que es
una madre y transformarme en una son dos conceptos bien distintos, y la experiencia, una maestra indiscutible. Siempre había querido ser madre. Era una evidencia desde que era adolescente. Una de esas convicciones que llevaba dentro y que esperaba vivir algún día. Así que el día en qué el test por fin dio positivo, después de más de un año de espera, fue una inmensa alegría. Este embarazo fue pura magia, la fuerza de la naturaleza en plena acción.
Me encantó estar embarazada. Me sentía serena, activa, ¡y muy especial por llevar dentro de mí un pequeño ser que no paraba de crecer! Mi ilusión era inmensa. Me preparé junto con mi marido para un parto natural. Sentía la necesidad de vivir la experiencia del parto sin filtro, en su totalidad. Era una necesidad de conocerme a mi misma en una de las experiencias más naturales y ancestrales. Me preparé emocionalmente y mentalmente para el gran día. En ese momento, no dejé lugar a otra forma de dar a luz. Pensaba que si lo quería tanto sería capaz de lograrlo.
¡Un día cálido de junio, a las 7h de la mañana, mi bebé anunció el día del parto con una patada bien fuerte! Entendí enseguida que había llegado el momento. ¡También pensé que ese era el día en qué nacería, y no fue así! El parto duró más de un día. Las largas horas pasaban a una velocidad desconocida. Fue un momento fuera del tiempo y del espacio ordinario. A pesar de mi buena voluntad y esfuerzos, después de muchas horas y un cansancio inmenso, mi bebé nació después de una epidural e intervención con ventosa. A pesar de la decepción, en ese momento, solo quería ver a mi bebé. Cuando por fin salió, casi me desmalle, y se fue con su papa. ¡Entonces me anunciaron que era una niña! Recordaré para siempre la mirada tan intensa con la que llegó a este mundo. Entonces me había convertido en madre, y estaba sin palabra.
Vivir el parto fue una experiencia intensa que me conectó con algo más grande que yo; darme cuenta de lo que es dar a luz, ser un vehículo que permite la vida, en un acto que me hizo conectar con lo que es la Vida en su sentido más integro, en un sentido más espiritual y misterioso…
Vivir un cambio profundo a través de la maternidad.
Dar a luz y convertirme en madre me conmocionó. Perdí una parte de mí, la de la inocencia y el egocentrismo, que se remplazaron por la responsabilidad de un pequeño ser y mi total devoción hacia él. No había anticipado el peso de esa responsabilidad, que me provocó miedo. Sentía que no me podía equivocar con mi hija. Fue un sentimiento extraño de vivir al mismo tiempo que la
alegría inmensa de tener a mi bebé en brazos.
Tuve que hacer el duelo de esta parte de mí. Otra etapa de mi vida se abría y me resistí un tiempo, echando de menos una Céline que nunca volvería. Este acto lo había cambiado todo, y este cambio a la vez que me procuraba una inmensa felicidad, me conectaba con la tristeza de dejar atrás lo que había sido mi juventud inocente, una vida que había amado, y una libertad que no volvería.
Toda mi vida se había revolucionado y no lo había anticipado. Parar el ritmo fue difícil, por un lado, mi cuerpo no me dejaba, y por el otro, había que respetar el ritmo de un recién nacido. Después de 3 meses, perdí mi libertad por completo. Desarrollé osteoporosis y me rompí 3 vértebras. Entonces no tuve otra opción que aceptar la situación y aprender a vivir el presente, en total reposo. Fue un tiempo durante el cual me cuestioné en todos los sentidos, y recibí la lección de humildad que me proporcionaba la vida. Mi llegada a la maternidad no fue fácil, y a la vez estoy muy agradecida, mi bebé era exactamente el que necesitaba para poder atravesar esta etapa.
Qué aprendí de esta experiencia?
Soltar el control me permite vivir el presente completamente, conscientemente, y de aceptar las olas de emociones ambivalentes que son propias de la experiencia de la maternidad.
Además, hacer el duelo de cada una de las etapas de la vida a medida que pasan es la manera
de estar en paz con ella.